Las inundaciones de Tabasco muestran que es mucho lo que hay que cambiar. Las actuales parecen ser las peores, pero ya las ha habido, las más recientes en 1999, y las más duras hasta ese momento. Ha habido suficientes advertencias, inundaciones anteriores, de que había que tomar medidas, y no se tomaron.
Pemex informa de aportaciones para prevenir inundaciones durante los gobiernos estatales de Madrazo y Andrade, y de que no hay evidencia de que los recursos se hayan empleado en ello. Podemos decir que lo que hoy sucede es más bien evidencia de que no lo hicieron. Pero eso no es todo.
Se informa en estas páginas que han estado rompiendo los diques del río Grijalva en el tramo que atraviesa el centro de Villahermosa, la capital estatal. Tenemos que ir hacia arriba de ese río para ver otras causas, muy importantes, del problema.
En otra información de La Jornada vemos lo sucedido arriba, en Chiapas, donde hay cuatro plantas hidroeléctricas con sus respectivas presas, a lo largo del Grijalva. Todas ellas se diseñaron exclusivamente para generar electricidad, y no se consideraron problemas como las inundaciones, que ya las había. La capacidad de las presas consideraba la generación de energía, pero nada más.
De la que está más abajo, Peñitas, estuvo dejando pasar 2 mil metros cúbicos de agua por segundo. Un metro cúbico equivale a mil litros. La razón es que la presa ya rebasa su capacidad instalada. Se aclara que en 1999, con las inundaciones inmediatas anteriores, ya se había rebasado la capacidad instalada. Arriba de Peñitas están las presas, y centrales, de Malpaso, Chicoasén y La Angostura, que es la que tiene más capacidad de almacenamiento de agua. Pero esta última ya está, se nos informa, al 94 por ciento de su capacidad.
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opinion de Antonio Gershenson