miércoles, 17 de junio de 2009

Reseña: IV Asamblea Nacional de Afectados Ambientales

Mi experiencia personal


Por: Mariana Escobar Ibáñez

A principios de mayo encontré una convocatoria de la IV Asamblea Nacional de Afectados Ambientales, que se llevaría a cabo los días 30 y 31 de ese mismo mes. Lo primero que me llamó la atención del comunicado de prensa fue la siguiente condición: “dentro de la Asamblea sólo podrán participar con derecho a voz los Delegados de las comunidades, organizaciones y colectivos que han sido convocados, es decir, quienes de forma cotidiana defienden su territorio y recursos naturales, de modo que se garantice que la discusión de los temas que van a ser tratados sea entre los propios sujetos de la resistencia; el resto de los participantes serán Observadores.” Me pareció justo. Así pues me registré como observadora y me encaminé rumbo al Salto a presenciar este encuentro, con el objetivo de conocer más de cerca los diversos movimientos y luchas que se están dando en el país con motivo de los problemas ambientales.

Aclaro: no es que yo no supiera de los problemas ambientales que hay en el país. Soy bióloga y educadora ambiental y me considero una persona informada. Claro que sabía del problema de contaminación en El Salto, o del problema de contaminación en La Gloria, Veracruz por las granjas Carroll, o de los problemas de privatización del agua en varias ciudades, incluyendo San Luis Potosí, donde vivo actualmente, o de los problemas de pueblos inundados para hacer grandes presas que salen carísimas y no resuelven el problema del agua, o del joven ambientalista asesinado en Guerrero por enfrentar la tala ilegal, o... en fin, insisto, no es que no supiera. Vamos, hasta he utilizado esos ejemplos en mis clases...

Pero una cosa es saber que existen, y otra es vivir con ellos. Vivir soportando el olor de un río que apesta a mierda (aunque según los pobladores, ese día casi ni olía ya que las autoridades habían abierto unas represas río arriba para que corriera el agua y no se viera tan sucio) y donde si te caes, puedes morir intoxicado. Ver que mucha gente en tu pueblo se está muriendo de cáncer por los tóxicos que hay en el río, donde si te cae agua en la piel, te salen manchas y ronchas. Tener hijos con malformaciones o parálisis cerebral debido a un basurero nuclear cercano a tu localidad. Vivir sabiendo que en cualquier momento inundarán tu pueblo y te reubicarán en un sitio donde no hay agua y junto a un basurero. Ver que golpean a tu esposo casi hasta matarlo por denunciar a una empresa trasnacional que contamina la región, y saber que ni siquiera puede ir a un hospital porque tiene 3 órdenes de aprehensión por “difamación”. O simplemente ver cómo el río del que tomabas agua ahora ya no existe, o las tierras en que sembrabas ya te las quitaron, y tener que irte a trabajar a la ciudad... Y esa es sólo una pequeña muestra de todo lo que pasa en el país y en el mundo.

En ese sentido, para mí la asamblea fue una experiencia muy fuerte. En muchos momentos quise sentarme a llorar. Es fácil sentir miedo y angustia cuando se intuye que la situación es demasiado crítica y el enemigo demasiado grande y poderoso. A estas alturas, dijo alguien en la asamblea, afectados ambientales somos todos (aunque la mayoría no nos demos cuenta). Y si me quedó claro que es urgente organizarse, articular las luchas para poder hacer frente a esos grandes intereses, también me quedó claro que no es nada fácil. Sobre todo cuando se pretende construir desde abajo, cuando se busca una organización horizontal donde se escuchen todas las voces, y cuando los actores son tan diversos: Agrupaciones, asambleas comités, frentes y colectivos distintas ciudades, pueblos, comunidades campesinas e indígenas. Sindicatos y frentes de trabajadores. Comités de derechos humanos. Agrupaciones ecologistas (muy pocas, por cierto) y comités de defensa de la tierra y el agua, los árboles, los volcanes, el maíz… Estudiantes e intelectuales. Por ello en la sesión plenaria hubo más de un momento de tensión.


Sin embargo la Asamblea fue también una muestra de valor: “nos juntamos un grupo de 500 gentes y dijimos: de todos modos nos vamos a morir, lo que hay que decidir es si nos morimos orita luchando o nos morimos dentro de 20 años de cáncer (…) estamos dispuestos a defender nuestra tierra con lo único que tenemos: la vida.”


…de unión, “porque solos no vamos a poder hacer nada, porque no nos estamos enfrentado a un cacique o un presidente municipal, estamos enfrentando intereses muy grandes, y si no nos unimos, si no nos organizamos, nos van a seguir chingando”.


de encuentro con otros: “yo estoy muy contento de haber venido porque ya vimos que hay otras partes donde tienen el mismo problema, y yo creo que está bien que nos juntemos para platicar de los problemas que tenemos y ayudarnos a resolverlos.”


…y de esperanza, porque al final del día, después de escuchar tanta tristeza y tanta injusticia, los jóvenes de El Salto nos invitaron a cantar y bailar porque estamos vivos, porque estamos juntos, porque somos muchos los que creemos en que es posible un mundo mejor.



Y si ellos, que viven y mueren con estos problemas, tienen esperanza, yo no puedo no tenerla.



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